No somos ni actuamos igual en las relaciones, por lo tanto, tampoco a la hora de gestionar un conflicto. De hecho, esa es la parte que más nos cuesta afrontar y que en muchas ocasiones hay que trabajar cómo actuamos cuando estamos en desacuerdo, cuando surge un problema, una discrepancia o nos encontremos en medio de un conflicto… En mediación tenemos identificados 5 maneras de afrontar el conflicto, según el grado de asertividad y cooperación que presentan las personas.

A nadie se nos escapa que siempre hay una persona más implicada y otra que huye del enfrentamiento. Es interesante tener claro cómo se puede reaccionar ante una situación adversa porque eso nos dará pistas de cómo debemos actuar en una mediación.

El estilo complaciente

Es un estilo cooperativo pero no asertivo. ¿Que quiere decir eso? Una persona complaciente abandona sus propias necesidades o deseos en favor de los demás, dando prioridad a los problemas del otro que a los suyos propios.

Normalmente sucede cuando entiendes que estás equivocado o sientes que no tienes más remedio que aceptar el otro punto de vista; cuando quieres mantener la paz, o no quieres dañar al otro, o cuando quieres que la otra persona esté en deuda contigo.

En cualquier caso, relacionarse de esta manera en un conflicto puede acabar siendo frustrante para la persona, porque no consigues lo que quieres; puede hacer que nos pierdan el respeto y también puede encubrir resentimientos, etc. 

El estilo más evasivo

Este estilo evita por completo el enfrentamiento. Es la decisión deliberada de mantenerse al margen del conflicto, de no actuar. Es un estilo bajo tanto en asertividad como en cooperación.

Al adoptarlo, simplemente, pospondrás o esquivarás completamente el conflicto cada vez que aparezca.

Es apropiado cuando el problema parece trivial:

  • No tienes el tiempo para implicarte
  • Necesitas más tiempo para pensar
  • Sientes que no tienes posibilidades de ganar o tienes miedo de generar resentimientos
  • cuando la relación entre las partes no es importante

No sería apropiado adoptar esta posición cuando hay que proteger tanto las relaciones como los temas implicados, o si hay sentimientos negativos; ya que el abuso de este estilo implica una valoración negativa de las otras partes.

El estilo más comprometido

Este estilo es un punto intermedio entre asertividad y cooperatividad. Aquí se intenta encontrar una solución que satisfaga, al menos parcialmente, a todas las partes. De esta forma, lo que buscas es llegar a un punto de compromiso, el punto medio entre todas las necesidades. Esto tiene un pequeño handicap y es que, por lo general deja a las personas insatisfechas o satisfechas en cierta medida.

Entiendes que cada uno tenéis unas necesidades determinadas y que no se pueden satisfacer al 50% como en el estilo colaborador. 

Esta gestión de compromiso es más apropiada para situaciones donde es más importante llegar a una solución temporal que perfecta, cuando hay una fecha límite o estás en un punto muerto. Aunque no es apropiado cuando se necesita una solución creativa, o no se puede vivir con las consecuencias de las soluciones.

La gestión colaborativa

Es un estilo alto en asertividad y en cooperación – un win-win. En lugar de encontrar una solución intermedia, se procura dar con una solución que satisfaga las necesidades de todas las partes implicadas.

Es adecuado para los momentos en que debas abordar múltiples perspectivas, existe una relación importante entre las partes o la situación requiere que nadie se sienta disgustado y donde las creencias de todos los participantes deben estar representadas.

De esta manera, tú ganas y pierdes en la misma medida que el otro. Os repartís las consecuencias en un 50%. Eso sí, si hay poco tiempo o los temas no son trascendentes, este estilo no es tan apropiado.

El estilo más competitivo

Es muy asertivo, pero poco cooperativo. Un estilo competitivo toma una postura firme y se niega a ver las perspectivas de los demás. Si estás aquí, tu objetivo es ganar a toda costa. No tienes interés en escuchar al otro, no te importan sus razones o necesidades.

Puede ser apropiado cuando tienes que defender tus derechos o un aspecto moral, también cuando necesitas tomar una decisión rápida y hacer que otros la acepten. El competitivo está bien para concluir un conflicto interminable o cuando debes evitar una decisión contraria e inoportuna.

Es un estilo que desentona menos cuando estás seguro de que tienes la razón y te interesan más los resultados que las relaciones; también cuando el tema es trivial, o cuando los otros no se responsabilizan de lo que pasa.

Si que es cierto que utilizar este estilo cuando la colaboración es importante o se tienen problemas por reconocer los propios errores es mucho menos conveniente. Además, utilizarlo de manera rutinaria afectaría negativa e innecesariamente a la autoestima de los demás.