¿Por qué crecen los conflictos?

En numerosas ocasiones los conflictos se enquistan debido a que una parte no ha sabido ver lo que la otra no necesita, y mucho menos entenderlo. En estos caso suelen aparecer enfados y comportamientos agresivos o de vacío, por ejemplo, la retirada de la palabra; una situación que si se prolonga en el tiempo acaba por estallar, aumentando esa sensación de conflicto.

De hecho, en lugar de fomentar la comunicación, aludir a un “no te enfades” o “tranquilízate” consigue el efecto contrario. Esto es porque para reconducir un conflicto, cuando está en el punto más álgido de la relación, se requiere un modo diferente de comunicación.

La resolución de conflictos a través de la comunicación

En la década de los 60, Marshall B. Rosenberg desarrolló la metodología de la Comunicación no Violenta (CNV) después de gestionar situaciones complicadas en el sur de Estados Unidos, donde predominaba la segregación racial y los actos de violencia eran cotidianos. El psicólogo, consiguió acercar posiciones y reducir la agresividad de ambos bandos. Su metodología ha dejado huella en los métodos alternativos de resolución de conflictos, sobre todo en la mediación, ya que la podemos aplicar en nuestro día a día cuando nos enfrentamos a una discusión o a un conflicto.

¿Qué es la Comunicación No Violenta?

La CNV parte de la base de que el enfado, la agresividad o la violencia, en última instancia son expresiones de la desesperación o de la impotencia de alguien ante una necesidad no atendida, ante sus sentimientos de incomprensión e impotencia. Por este motivo, una comunicación efectiva ha de ver más allá de las palabras, de los hechos o de las emociones. Es como subirse a un árbol alto cuando estás perdido en el bosque, con el objetivo de ver la situación desde otra perspectiva.

La comunicación debe detectar las necesidades de fondo que existen y que no están satisfechas, para conseguir una conexión sincera con el otro y con uno mismo. Y ese es el objetivo de la mediación.

¿Cómo lograr la Comunicación No Violenta en mediación?

  1. Observar los hechos de manera objetiva. Una conversación reparadora comenzaría con una exposición objetiva de la situación, como si la viéramos desde fuera, con una videocámara. La idea es comenzar con algo que no se puede cuestionar, como: “cuando te hablo de algo importante para mí, y coges el móvil para consultar tu correo…”. No consiste en frases que le hagan al otro sacar el escudo defensivo como, por ejemplo: “eres un desastre” o “te enfadas con cualquier tontería”. 
  2. Identificar los sentimientos y emociones que surgen o nos genera esa situación. Es inútil acusar a la otra parte pensando que es responsable de todo lo que nos pasa, con frases como “por tu culpa me siento fatal” o “me enfadas muchísimo”, porque de este modo el otro volverá a sacar su escudo protector y la conversación habrá terminado. El objetivo es expresar lo que nos pasa sin juicios. Si seguimos con el ejemplo anterior, sería “cuando te hablo de algo importante para mí y coges el móvil para consultar tu correo, me duele…” o “me siento…” 
  3. Identificar las necesidades de fondo. Esta es, con creces, la fase más complicada. Todos tenemos necesidades de sentirnos queridos, de pertenencia a un grupo, de ser válidos o reconocidos y de sentirnos autónomos, entre otras muchas. En el momento en que vemos que dichas necesidades no son atendidas y no están satisfechas, esto se traduce en emociones poco amigables y negativas, como el miedo, la ira o la tristeza. Si somos capaces de profundizar más allá del sentimiento e identificar las necesidades relacionadas con éstos, podremos tender un puente para una comunicación más efectiva. Si retomamos el ejemplo, la conversación podría ser: “Cuando te hablo de algo importante para mí y coges el móvil para consultar tu correo, me duele porque necesitaría que ayudaras a encontrar una solución a mi problema”.
  4. Realizar la petición concreta que satisface la necesidad. En este punto hay que ser muy sincero y formular la petición de manera asertiva, sin esperar a que el otro adivine lo que queremos, porque, a menos que tenga una bola de cristal, no va a conseguirlo. El ejemplo anterior se terminaría añadiendo: “Por tanto, en la medida en que pudieras, me gustaría que escucharas mirándome y compartieras tu opinión”. 

En resumen, la comunicación no violenta ofrece un método para tener conversaciones más auténticas, sin tanta carga emocional y que permita resolver los conflictos. Si somos capaces de hacerlo, seguramente nos ahorraremos muchos problemas, y si no, siempre podemos acudir a sesiones de mediación, donde profesionales acreditados nos ayudarán a comunicarnos correctamente con la otra parte.

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